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María Antonella Quintana Bado

Con los chicos no se juega

Con los chicos no se juega

Considerar al niño como un objeto fue una actitud habitual y constante a lo largo de toda la historia de la humanidad. En las antiguas sociedades el infante carecía de un status propio, siendo solo considerado posesión de un adulto y era usado como fuente de recursos económicos, explica la psicóloga clínica Noemí Allidiere.
Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, la pobreza infantil abarca hoy, en Argentina, a 5,6 millones de chicos, muchos de los cuales son obligados por sus padres a salir a trabajar, “cuando sus verdaderas y únicas preocupaciones deberían ser la escuela y el juego”, destaca Ana Lucía Zayas, psicóloga infantil.
No siempre el trabajo infantil es consecuencia de una situación de pobreza; existen otros motivos como la búsqueda de fama, de reconocimiento social o el intento de superar a través de los hijos frustraciones profesionales y personales. Así que muchos chicos son “empujados” por sus padres a abandonar la niñez antes de tiempo, opinan los expertos.
“La infancia es un período de formación y marca todas las próximas etapas de la vida del individuo”, considera Ana Lucía Zayas al aclarar que “el desarrollo de la persona depende de que haya asistido a clases, compartido actividades recreativas con sus pares, crecido en el seno de una familia bien constituida y en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.”
Pero lo cierto es que en la actualidad la mayoría de los chicos han dejado de lado roles y conductas propios de una determinada edad, para adoptar roles y conductas propios de otra. Esto se justifica en la participación de niños de temprana edad en espectáculos televisivos o teatrales que “pueden llevarlos a una lesión psicológica y moral”, estima la psicóloga infantil.
En definitiva, el trabajo infantil, enmascarado bajo palabras como “juegos” o “pasatiempos” no deja de ser un trabajo propiamente dicho en el que hay que cumplir horarios y obligaciones. Sin embargo, para Mauricio Ottaviano, profesor de teatro y actuación, “es imposible que los chicos sean amenazados por sus padres para entrar en el ambiente. Son los niños quienes desean ingresar en escuelas de formación teatral y es importante mantener un trato contenedor a pesar de las exigencias que implica el ‘laburo’ artístico”.
“El trabajo de actuación del chico no se diferencia demasiado al de un adulto, es un proceso más lento”, subraya Ottaviano quien considera que “las prioridades de los chicos se pierden cuando entran en el mundo del espectáculo” debido a las exigencias de los ensayos, grabaciones y presentaciones. “Estoy en total desacuerdo en que los chicos dejan de hacer cosas de niños para comenzar a comportarse, en ciertos aspectos, como adultos”, destaca el docente.
Existen pequeños actores que todavía se “salvan” de la “fiebre de la fama”. Sin embargo, otros pertenecen a la larga “lista” de los que terminaron mal tras el éxito temprano, protagonizaron varios incidentes con drogas y delitos menores, entre ellos: Halley Joel Osmet, el niño de "Sexto Sentido", Gary Coleman, la pequeña estrella de color que protagonizó la serie “Blanco y negro” y Macaulay Culkin, el rubiecito de “Mi pobre Angelito”.
Desafortunadamente, los padres y la sociedad ubican al niño en el lugar de “grande”, pero este “pequeño gran adulto” no tiene la capacidad física y sobre todo mental de autogobernarse, ni posee el derecho de ser el sostén de su familia. “La fama cuesta”. ¿Cuántas víctimas más seguirán “pagando”?


La infancia: ¿Una categoría psicológica problemática?

Por la Dra. Noemí Allidiere *

La infancia como categoría psicológica esta deslizándose, en las ùltimas décadas, hacia un vacío de sentidos.
Se ubica el surgimiento de la idea de niño como ser diferenciado del adulto y con necesidades específicas a partir del desarrollo de la familia moderna. Se cita el aporte del psicoanálisis al reconocer la sexualidad infantil y la importancia de los vínculos tempranos en la estructuración del psiquismo.
Al considerar la situación de la infancia en la actualidad, se sostiene que, tanto por el extremo de la pobreza como por el extremo del bienestar económico, está perturbada la función social y familiar de sostenimiento de la infancia.
Se señala que en la modalidad de inversión, el niño pasa a sostener afectivamente al adulto, dando lugar a la emergencia de patologías psicológicas relacionadas con la pseudomadurez y la sobreadaptación.
Se reflexiona acerca del riesgo de extinción del concepto “infancia” en un futuro.

*Dra. en Psicología Clínica y Directora de la Carrera de Psicología de la UADE


1 comentario

Raquel Escobar -

Soy madre soltera y me cuesta criar a mi hijo sola porque tengo bajos ingresos, pero pese a eso nunca lo mandaría a trabajar. Sin embargo, conozco algunas madres de compañeritos de mi hijo que si lo hacen. En este caso no trabajan en la televisión ni en teatro, pero en definitiva es como vos contás en tu nota, lo encubren como si fuera un juego cuando en realidad es meramente un trabajo.